"Algunos días olvidaba que tenía que darse cuerda y se quedaba allí, detenida en medio de la cocina o de la sala de estar, con los ojos muy abiertos y el corazón atrancado entre las costillas. Se le olvidaba sentir, igual que se le olvidaba todo, y su pobre corazón, allí metido, veía pasar el tiempo con uno de esos dolores feos que se te ponen cuando se te enquista el amor que guardas dentro."
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