sábado, 7 de enero de 2012

Me fascina el fuego. Ese imparable destructor. Es fascinante como puede acabar en cuestión de segundos con lo que se le ponga por delante, como puedes destrozar algo valiosísimo en un instante, como puedes prender las palabras más bellas que hayas escrito nunca y hacer que desaparezcan ante tus propios ojos, en tus propias manos, sin vuelta atrás. Nunca me cansaría de observar las llamas. Paso horas frente a ellas, con la mente en blanco. Viendo como danzan, con esos colores tan bonitos, consumen la madera. Se mueven, serpentean, se juntan, se separan y lo hacen todo de una forma hermosa. Creando en ti un efecto hipnótico. Son como una metáfora de la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario