martes, 28 de febrero de 2012

Porque no puedo ocultar mis sentimientos hacia ti cada vez que me dices que me necesitas esta noche.

lunes, 27 de febrero de 2012

A veces, cuando el sol se ocultaba y el frío inundaba las calles y también sus entrañas, la puerta se abría y entraba su padre, con una barra de pan o un pedazo de queso. Sus hermanos se abalanzaban rápidamente hacia él con alegría, y en sus rostros rasgados y huesudos aparecía una gran sonrisa. Pero a él no le gustaba eso. Sabía perfectamente que ellos no eran la única familia hambrienta y le preocupaba que le hubiese quitado la comida a otro pobre demonio. Entonces, cuando se sentaban todos a la mesa y troceaban la comida, el padre le miraba desde el otro lado de la mesa sabiendo lo que le iba a preguntar. Entonces él, se armaba de valor; ''de dónde lo has sacado?'' le preguntaba. ''Limítate a comer''. En ese momento, él se cruzaba de brazos o les daba la espalda. Pero entonces volvía a notar la mirada del padre sobre él. Y entonces alzaba la vista y ahí estaban sus profundos ojos grises mirándolo con seriedad y frialdad, sin dejar ver el interior del alma, a diferencia de antes. Antes de que empezase toda aquella locura, su padre siempre tenía una sonrisa en la cara y la mirada afable. Pero ahora cuando le miraba le daba hasta miedo. Más de una noche se había despertado angustiado y con un sudor frío empapándole el cuerpo. Y se imaginaba esos ojos grises en cualquier parte de la estancia en penumbra, y no podía conciliar el sueño pensando que aquella mirada estaba en la habitación de al lado.
Metes la llave en la cerradura y la giras. Entras en la casa y ves sus zapatos colocados con cuidado al lado de la puerta. Ya ha llegado. Y en ese momento oyes el agua caer en la ducha. Vas hasta allí y te sientas al lado de la puerta cerrada del baño. Te sientas con las piernas cruzadas en el suelo. Mientras en el otro lado de la puerta, él canta con alegría bajo la ducha. Y te lo imaginas cantando, mientras el agua resbala por su cuerpo. Y empiezas a pensar en cuánto lo quieres. Y cuando te quieres dar cuenta las lágrimas se deslizan a borbotones por tus mejillas, dando a parar en el suelo. Y pasas así un buen rato, sin siquiera enjugártelas y sin reprimirte. Solo te desahogas en silencio, sin que nadie se dé cuenta. Tú sufres, sola y punto. Porque eres tú la única que se merece sufrir. Y estás así quién sabe cuánto tiempo, hasta que él para el maldito grifo. Y entonces te levantas, vuelves a la entrada, y te vuelves a ir, silenciosamente, sin que nadie haya reparado en tu presencia.

sábado, 25 de febrero de 2012

La música es lo único que alivia el picor, calma el dolor y amansa la rabia.

jueves, 23 de febrero de 2012

Alex Turner no es la clase de idiota que se sienta y te canta sobre estrellas. Pero anoche miró hacia la parte más oscura del cielo y se habían ocultado. Algo en tu magnetismo las debió incomodar, obligándolas a desaparecer repentinamente.

miércoles, 22 de febrero de 2012

No hay nada más deprimente que estar comiendo con alguien a solas y que lo único que se oiga sea el repiquetear de los cubiertos en el plato. No tener nada que decirle a la otra persona, solo comer, con gesto pensativo y la mirada perdida. Mientras que en la estancia hace eco el ruido del tenedor chocando contra el plato, te acabas dando cuenta de que es el reflejo de que no tenéis nada que deciros, que ya está todo dicho o que nunca hubo necesidad de decir nada.

jueves, 16 de febrero de 2012

Corría sin aliento y con los músculos agarrotados por calles atestadas de gente. Dando codazos, avanzaba a trompicones sin descanso. En sus brazos llevaba agarrado con fuerza una valiosa posesión que le había arrebatado, minutos antes, a una mujer en su propia casa. Fuera lo que fuese que llevaba en las manos,  le manchaba de un líquido oscuro las mangas de la gabardina, y el ladrón lo sujetaba con brazos protectores mientras corría sin descanso bajo las farolas que iluminaban el rostro, culpable y sudado. En una esquina, torció a la izquierda y se internó en un lúgubre y oscuro callejón. Tras un contenedor, echó un vistazo a su tesoro. Un gran corazón, rojo y aun palpitante, agonizaba entre sus brazos manando sangre.

martes, 14 de febrero de 2012

Se consumen para recordarte que tú también lo haces a la vez que ellos.

Te miras en el espejo para recordarte a ti mismo que sigues ahí o de eso se encargan los besos de buenas noches de alguien?

lunes, 13 de febrero de 2012

Ella tenía la cabeza apoyada en el volante, desesperada. Una cascada de pelo negro le tapaba la cara. Las lágrimas resbalaban a borbotones por el volante, terminando su recorrido en el asiento. Estábamos en medio del bosque. Solo se oía el viento y su voz, sollozando, que retumbaba y se convertía en eco durante una eternidad en mi cabeza, torturándome. ''Deberías de ser más fuerte que yo'', pensé. Pero no dije nada. Simplemente seguí con la mirada vacía, inexpresiva, clavada en la alfombrilla del coche. En un momento dado, se apartó los rizos de la cara, alzó la cabeza, arrancó y desaparecimos tras una curva. No regresamos.
He intentado preguntártelo en algunos sueños, pero en ellos eres solo una imaginación, un holograma. No me responderías como lo harías tú en la realidad. Por eso debe de ser que mi subconsciente siempre te hace desaparecer de nuevo y me despierto con la luna mirándome a través de la ventana con cara de aprensión. Y me quedo toda la noche pensando en ti y en tu mirada. Y al día siguiente, con las marcas negras que narran mi noche bajo los ojos, me dirijo a clase preguntándole al cielo lo mismo que te preguntaba a ti en sueños. Y nunca encuentro respuesta.

lunes, 6 de febrero de 2012

Un bajo. Una única habitación. Un pequeño paraíso resguardado por una pequeña puerta en un callejón cualquiera. Entrar y ver paredes pintadas de cualquier manera, con formas abstractas pero colores bonitos, haber pintado esas paredes cualquier tarde calurosa de verano con amigos, haciendo el idiota y luego mirar para ellas sentado mientras vemos la pintura secar y la olemos. Tener un colchón en el suelo con mantas y muchos, muchos cojines y almohadas. Un gran sofa envejecido y decolorado por el sol. Una o dos ventanas cuyas cortinas serían sendas banderas de Reino Unido. Una gran estantería llena de libros, libros de todo tipo, que llenaran la estantería. Libros bonitos con dedicatorias originales y firmas y anotaciones. Libros desgastados de tanto releerlos. Abrirlos y que huelan a historias vividas y por vivir, a las personas que lo han leído. Olerlos y recordar a alguien. Quien sea. Unos grandes altavoces y un pequeño reproductor de CDs. Y una estantería al lado con todo tipo de discos. Puede que uno o dos cuadros. Dos o tres lámparas que le den un aspecto relajado. Un armario empotrado repleto de ropa cómoda  y vieja. Un jodido paraíso. Dejar entrar solo a las personas que de verdad se lo merezcan. Que de verdad tengan en su interior guardado algo que les dé el pase a ese lugar. Un lugar hecho para pasar allí domingos lluviosos o lo que sea. Da igual. Un paraíso para ir cuando se quiera y con quien se quiera.
Nunca has tenido la sensación de que todo el mundo te controla y está por encima de ti y de que, hagas lo que hagas, no servirá de nada porque alguien decidirá por ti? Así me siento yo muchas veces.

jueves, 2 de febrero de 2012

A veces, escribo mis sueños para no olvidarme de ellos. Pero es muy complicado plasmarte en un papel.