El otro día mi Peter se fue. Se reencarnó en un pájaro. En un hermoso colibrí. Ahora canta en el paraíso y todos los pájaros se rinden a su hermoso trinar y a su rápido aleteo. Ayer me desperté con miedo y con un dolor punzante en la cabeza. Peter, mi precioso pájaro. El que siempre me cantaba. Hasta que un día se dejó de escuchar su bonita voz. Él cantaba hasta que se paró en seco. Dejé de escucharlo de repente. Y ahora son otros los que disfrutan de su cantar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario