Tras hacer el amor te pasa el brazo por los hombros y te estrecha contra sí mientras tú no paras de derramar lágrimas de forma irremediable y sin ninguna razón aparente. Al cabo de poco tus sollozos se sofocan levemente. Se levanta de la pequeña cama, se viste en silencio y te deja en la habitación cual cuervo abandonado. Después de que cierre la puerta aspiras el olor de la habitación, palpas la almohada, húmeda y fría por tus lágrimas. Y esa humedad sigue aumentando, incotrolablemente. Miras a tu alrededor en la habitación, iluminada por la luz de la luna. Y esa tenue iluminación te crea un gran sentimiento de soledad. En ese momento, oyes a lo lejos encenderse el motor del Volkswagen, incrementando esa sensación. Entonces, se para el motor. Como si la persona que estuviera en el interior del coche dudara. Pero a los pocos segundos el coche vuelve a arrancar y escuchas como se aleja hasta perderse en la noche. Y esos instantes, ese intervalo de tiempo desde que apaga el motor y lo vuelve a encender, te produce una infinita tristeza. Ese vacío te atraviesa el corazón y llega a lo más profundo, hasta que pasa a formar parte de ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario