``En nuestro pasillo, ardiente de luces acogedoras, mi Lolita se quitó el suéter, sacudió su pelo cubierto de diamantes, tendió hacia mí los brazos desnudos y levantó la rodilla.
- Súbeme en brazos, esta noche me siento romántica.
Quizá interese saber a los psicólogos que tengo la habilidad –caso harto singular, supongo- de verter torrentes de lágrimas evocando tempestades pasadas.´´
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