sábado, 26 de mayo de 2012

No eres suya, no eres mía, no eres de tus padres, ni de tus amigos, ni de tu banco, ni de tu hipoteca. Eres libre. Juegas con los sentimientos, con los corazones y con las drogas. Coqueteas con la vida y con la muerte. Te revuelcas en problemas legales y en la basura que te echan encima los demás. Ignoras el peligro de ser feliz viviendo en un mundo aparte. Metes la directa en tu Honda a las cuatro de la mañana en una carretera desierta bajo un cielo tormentoso. El humo del tabaco te envuelve, te entumece los músculos, te acongoja, te acojona, y te seda. Estás por encima de todos ellos, vuelas sobre sus estúpidas cabezas sin remordimiento alguno. Duermes tres horas, no desperdicias nada más de tu tiempo en esta efímera, estúpida y sinsentido de vida en la que te ha tocado quedarte. Haces el amor con casi desconocidos en cualquier sitio y los dejas tirados con el corazón encogido. Les hablas al oído de tus días como perro solitario antes de cerrar la puerta y no volver. Pones vinilos de grupos de los sesenta a todo volumen hasta quedarte dormida, sedada por el alcohol y tirada en el colchón. Te contaminas los pulmones, el hígado, la mente, el corazón y el espíritu. Vives serpenteando, evitando y esquivando obstáculos. Pero eres libre, chica.

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