miércoles, 2 de mayo de 2012

Tus pasos son mis alas. Te oigo decir eso de forma tan cercana que un escalofrío me recorre el cuerpo. Pero cuando me giro estoy sola, a excepción de la profunda oscuridad y un gato solitario que corre a esconderse. Estoy exhausta. Pero esa frase que sigue retumbando en mi cabeza me da energías para seguir buscando un techo bajo el que dormir. Consigo alojarme en un albergue barato. Tumbada por fin, te dirijo un último pensamiento. Llevo semanas haciendo este camino. Pero sigo sin sacarte de mi cabeza. Aunque ese era mi objetivo. Pero tengo la sensación de que eres el humo de mi tabaco, y asciendes hacia el cielo, buscando la libertad que nunca conseguiste. Estás en mi amargo café, como los sentimientos que me dejaste. Estás en los ojos de los desconocidos, aunque ningunos son de tu gris profundo. Sacudo la cabeza para ahuyentar los recuerdos y me hundo en el blando colchón. Mañana seguiré caminando hacia la catedral, aunque parezca un esfuerzo inútil. Porque no soy solo yo la que camina, la que sube montañas y se sienta jadeando a descansar. Tu fantasma me acompaña a cada momento.

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