La gente no debería tatuarse nombres propios. La vida da vueltas, la gente cambia y luego hace daño a sus seres queridos. Y entonces ya es demasiado tarde, ese nombre queda grabado con tinta en tu piel, igual que su recuerdo en tu memoria. Solo hay que tatuarse los nombres de las personas que ya no están. Los muertos no decepcionan.
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