martes, 6 de marzo de 2012

Nací con luna llena. Y en el mejor día de mi vida había luna llena. Quizás por eso siempre fui medio lobo. Me gusta que se oculte el sol y ver como ella comienza a surgir, poderosa, entre las nubes. Hace que me sienta protegida. Nunca dejé de ponerme a cuatro patas y de aullarle al llegar la noche. Tras ese saludo, me voy a recorrer montes, corriendo sin que nadie me pueda parar, libre. No paro, nunca paro antes de que ella, mi siempre fiel compañera, desaparezca tras las montañas. Entonces, vuelvo a ser normal solo para que la gente me acepte, y regreso a mi vida de adulto responsable. Me gusta ver como la gente siempre se queda mirando mis imponentes ojeras. Ellos no saben nada. Solo ella, desde allí arriba, mostrando solo la parte que quiere que veamos de sí misma, como yo, me mira con complicidad, asegurándome que guardará el secreto.

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