viernes, 2 de marzo de 2012

A veces, me da por pensar en todas esas personas que pudieron estar en mi vida y no están. O en todo lo que me quedaba por vivir con gente que se fue de mi lado. O en qué pasaría si yo me fuera para no volver. O en qué hubiese pasado con ellos dos si yo nunca hubiese nacido. O qué hubiese pasado si toda una serie de malditas casualidades y juegos del destino no hubiesen ocurrido. O si hubiese hecho esto o aquello o si hubiese reaccionado de esta manera o de esta otra. O en todo lo que me perdí a su lado por culpa de su segunda personalidad. Y sigo pensando e imaginándome. Y entonces unas manos invisibles me hacen un fuerte nudo marinero en la boca del esófago. Y entonces me doy cuenta de que no puedo hacer nada. Y esa impotencia es lo que más daño me hace y me mata todos los días.

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